A propósito de las relaciones entre República Dominicana y Haití, que ha traído, acuerdos, tratados y regulación migratoria entre ambas naciones la iglesia católica en su editorial de esta semana del diario Camino llama a la unión y reflexión:
...Es el caso de las relaciones dominico-haitianas. Cuantas horas perdidas promoviendo el rencor y el odio en ambos lados de la frontera.
Los grandes conflictos mundiales siempre han terminado en la mesa del diálogo. La reconciliación y el respeto a las diferencias llegan. Cada bando tiene que ceder algo para alcanzar la paz. Lo penoso es que esa actitud no se considere antes de la catástrofe y el exterminio de poblaciones enteras que tienen que sufrir los rigores y atrocidades de la guerra.
En otros escenarios también se da otro tipo de guerra que es permanente y caracterizada por el desencuentro y la falta de visión para encarar un futuro compartido. Es el caso de las relaciones dominico-haitianas. Cuantas horas perdidas promoviendo el rencor y el odio en ambos lados de la frontera. En este peregrinar hemos escuchado voces que pregonan el juicio final para ambos pueblos. No dejan espacios para la reconciliación y la búsqueda de alternativas que llenen los suelos de ambas naciones de semillas de progreso compartido.
Llegó el momento del entendimiento. Estos nuevos tiempos de globalización de la esperanza claman una respuesta positiva, dejando atrás todo aquello que impide hacer realidad la cultura del encuentro de la cual nos habla el querido Papa Francisco.
Además, compartimos un mismo territorio. Nadie se mudará, ni podrá hacerlo jamás. Sólo nos queda una vía y es la coexistencia pacífica. Aprovechemos tantas oportunidades que nos brinda el destino. Aprendamos de otras naciones que comparten fronteras, y están ejecutando proyectos comunes en áreas técnicas, ecológicas, educativas, industriales y culturales.
Además, compartimos un mismo territorio. Nadie se mudará, ni podrá hacerlo jamás. Sólo nos queda una vía y es la coexistencia pacífica. Aprovechemos tantas oportunidades que nos brinda el destino. Aprendamos de otras naciones que comparten fronteras, y están ejecutando proyectos comunes en áreas técnicas, ecológicas, educativas, industriales y culturales.
El encuentro con representantes de los gobiernos dominicano y haitiano, que se celebró
en Juan Dolio, San Pedro de Macorís, el pasado 10 de julio, abre las puertas para una nueva etapa en la vida de ambos pueblos.
Esperamos que los acuerdos firmados, entre ellos, protección de las inversiones y seguridad jurídica, y los temas sobre flujos migratorios, documentación de los nacionales de ambas naciones, y concertar un tratado de extradición que permita la persecución del delito de fugitivos que buscan refugio en ambas naciones, se concreticen y sean respetados. Sólo así haremos honor a la sabia sentencia de que reza: Hablando la gente se entiende.