La cantante Ariana Grande junto a Nicki Minaj y Jesse J se encargaron de abrir la ceremonia de premiación de los MTV Video Music Awards 2014 que se llevó a cabo en el Forum de Inglewood, California.
En esta edición de los MTV Video Music Awards (VMA), Beyoncé y Miley Cyrus fueron las coronadas de una noche donde la presencia femenina pisó fuerte sobre el escenario
Beyoncé partía como la clara favorita con ocho nominaciones. Aunque al final solo se llevó tres astronautas (la figura que representa el premio de la cadena musical), su actuación de casi 20 minutos en la que mezcló una decena de canciones de su último álbum -rompiendo el récord que estableció Justin Timberlake en 2013- y, sobre todo, su reunión familiar sobre el escenario la convirtieron en la estrella de la noche. La presencia de Jay-Z y la hija del matrimonio, Blue Ivy, para entregarle a la cantante el galardón honorífico Michael Jackson Video Vanguard –que en su día recibieron artistas como Madonna o los Beastie Boys- acaparó todos los titulares. “Buen trabajo, mamá”, le dijo la pequeña. Y antes de decir entre lágrimas sentirse “llena de agradecimiento”, Beyoncé besó a su esposo. Una estampa con la que acallaron los rumores que desde hace semanas apuntaban a la posible separación de una de las parejas más poderosas de la industria musical, y que la diva del pop intentó acallar a través de fotografías en familia publicadas en su perfil de Instagram.
El galardón importante de la noche, el de mejor videoclip, se lo llevó Miley Cyrus por el de su canción Wrecking Ball, que interpreta desnuda sobre una bola de demolición. Tras su actuación del año pasado, con la que escandalizó junto a Robin Thicke con su ya conocido twerking, las expectativas en esta edición estaban altas. Conocedora de que todas las miradas volvían a estar en ella, la ex niña Disney prefirió llamar la atención sobre otro asunto. En su nombre, subió a recoger su premio un joven recién salido de la indigencia que empleó su discurso en intentar despertar la conciencia social de los espectadores. “Los Ángeles, capital del entretenimiento, tiene el mayor número de jóvenes sin hogar en Estados Unidos. La industria de la música hará este año más de 6.000 millones de dólares y a las puertas de este recinto hay 54.000 seres humanos que no tienen hogar", dijo el joven llamado Jesse al que Cyrus escuchaba con lágrimas. “La noche no va sobre el twerking, sino sobre la música”, ya había advertido la cantante en la alfombra roja dejando claro que este año iba a ser más modosita.
Aunque estos premios, que se conceden desde 1984, nacieron como un evento eminentemente musical, hoy los millones de espectadores de la ceremonia están más pendientes de ver quién hace su actuación más extravagante. Nicki Minaj fue quien recogió el testigo del twerking con sus contorneos junto a Usher. En su otra aparición con las cantantes Jessie J y Ariana Grande, la rapera sufrió un problema de vestuario: se le rompió por delante el pequeño vestido negro que lucía, y tuvo que terminar la actuación tapándose con las manos.
Beyoncé partía como la clara favorita con ocho nominaciones. Aunque al final solo se llevó tres astronautas (la figura que representa el premio de la cadena musical), su actuación de casi 20 minutos en la que mezcló una decena de canciones de su último álbum -rompiendo el récord que estableció Justin Timberlake en 2013- y, sobre todo, su reunión familiar sobre el escenario la convirtieron en la estrella de la noche. La presencia de Jay-Z y la hija del matrimonio, Blue Ivy, para entregarle a la cantante el galardón honorífico Michael Jackson Video Vanguard –que en su día recibieron artistas como Madonna o los Beastie Boys- acaparó todos los titulares. “Buen trabajo, mamá”, le dijo la pequeña. Y antes de decir entre lágrimas sentirse “llena de agradecimiento”, Beyoncé besó a su esposo. Una estampa con la que acallaron los rumores que desde hace semanas apuntaban a la posible separación de una de las parejas más poderosas de la industria musical, y que la diva del pop intentó acallar a través de fotografías en familia publicadas en su perfil de Instagram.
El galardón importante de la noche, el de mejor videoclip, se lo llevó Miley Cyrus por el de su canción Wrecking Ball, que interpreta desnuda sobre una bola de demolición. Tras su actuación del año pasado, con la que escandalizó junto a Robin Thicke con su ya conocido twerking, las expectativas en esta edición estaban altas. Conocedora de que todas las miradas volvían a estar en ella, la ex niña Disney prefirió llamar la atención sobre otro asunto. En su nombre, subió a recoger su premio un joven recién salido de la indigencia que empleó su discurso en intentar despertar la conciencia social de los espectadores. “Los Ángeles, capital del entretenimiento, tiene el mayor número de jóvenes sin hogar en Estados Unidos. La industria de la música hará este año más de 6.000 millones de dólares y a las puertas de este recinto hay 54.000 seres humanos que no tienen hogar", dijo el joven llamado Jesse al que Cyrus escuchaba con lágrimas. “La noche no va sobre el twerking, sino sobre la música”, ya había advertido la cantante en la alfombra roja dejando claro que este año iba a ser más modosita.
Aunque estos premios, que se conceden desde 1984, nacieron como un evento eminentemente musical, hoy los millones de espectadores de la ceremonia están más pendientes de ver quién hace su actuación más extravagante. Nicki Minaj fue quien recogió el testigo del twerking con sus contorneos junto a Usher. En su otra aparición con las cantantes Jessie J y Ariana Grande, la rapera sufrió un problema de vestuario: se le rompió por delante el pequeño vestido negro que lucía, y tuvo que terminar la actuación tapándose con las manos.