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Felizmente no pasó de ser una torcedura de tobillo. Aquellos que vieron el tablazo, pensaron lo peor. Juan José Manzueta iba lo más quitado de bulla, no vio la jeepeta y la doñita al volante de la jeepeta, tampoco. La historia está servida.
Alguien que sacaba basura a la calle Arrayanes y fue testigo, nos confió que pensó que el motorista tenía "por lo menos, la pierna partida en siete". Suerte o buenos genes, de torcedura no pasó.
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