Parecía una broma pero en realidad nunca lo fue. El oficial implicado, según un reporte del diario británico The Independent, tuvo la intuición suficiente como para no tomar aquella llamada como una de las tantas bromas que los servicios policiales reciben a diario.
- 911, ¿dónde es la emergencia?
- 123 Main Street.
- Ok, ¿qué ha ocurrido?
- Me gustaría pedir una pizza.
- Señora, ha llamado al 911.
- Sí, lo sé. ¿Me podría traer una grande, mitad pepperoni, mitad champiñones y pimientos?
- Ummm…, lo siento. ¿Usted sabe que ha llamado al 911?
- Sí. ¿Sabe cuánto va a demorar?
- Ok, señora. ¿Está todo bien allí? ¿Tiene una emergencia?
- Sí.
- ¿…y no puede hablar porque hay alguien en la habitación con usted?
- Exactamente. ¿Cuánto tiempo demorará?
- Tengo un oficial a una milla de su ubicación. ¿Hay armas en su casa?
- No.
- ¿Puede permanecer en el teléfono?
- No. Nos vemos luego. Gracias.
- 123 Main Street.
- Ok, ¿qué ha ocurrido?
- Me gustaría pedir una pizza.
- Señora, ha llamado al 911.
- Sí, lo sé. ¿Me podría traer una grande, mitad pepperoni, mitad champiñones y pimientos?
- Ummm…, lo siento. ¿Usted sabe que ha llamado al 911?
- Sí. ¿Sabe cuánto va a demorar?
- Ok, señora. ¿Está todo bien allí? ¿Tiene una emergencia?
- Sí.
- ¿…y no puede hablar porque hay alguien en la habitación con usted?
- Exactamente. ¿Cuánto tiempo demorará?
- Tengo un oficial a una milla de su ubicación. ¿Hay armas en su casa?
- No.
- ¿Puede permanecer en el teléfono?
- No. Nos vemos luego. Gracias.
De acuerdo con el testimonio del operador, apenas colgó el teléfono revisó el historial policial de la dirección de la mujer y descubrió que desde allí mismo se habían reportado múltiples actos de violencia doméstica, por lo que no le quedó ninguna otra duda al respecto.
Y en efecto, cuando los agentes llegaron se encontraron en el apartamento a una pareja: la mujer presentaba contusiones y el hombre se hallaba en estado de embriaguez. Mientras el hombre era arrestado, ella les explicó a los oficiales que su novio llevaba un buen rato golpeándola.
“Comprendí que ella había sido muy lista al emplear aquel truco –declaró el operador del 911 cuando fue informado de lo acaecido-. Definitivamente una de las llamadas más memorables que yo haya recibido.”
Algo ligeramente parecido ocurrió en 2011 en la ciudad de Memphis, Tennessee. La señora Jean Wilson, de 82 años, llevaba tres años seguidos, día tras día, ordenando una pizza en la misma sucursal de Domino's Pizza más cercana a su domicilio. De hecho, su orden siempre era la primera de la mañana.
"Ella siempre pide una pizza grande y fina de pepperoni con dos coca-colas de dieta," declaró a la cadena KTRE Susan Guy, la responsable de la entrega.
Tal era el hábito entre los empleados del establecimiento, que el día en que ella se ausentó se dispararon las dudas y los temores. Pasó un sábado y la llamada de la clienta no llegaba; luego un domingo…, pero al día siguiente Guy decidió acercarse a la casa y observar por las ventanas, hasta que al fin comprendió que algo raro estaba ocurriendo.
Tras una llamada a Emergencias, la casa fue abierta a la fuerza y la señora fue extraída de su domicilio para ser hospitalizada. Luego se supo que la anciana se había caído en la mañana del sábado y que había permanecido postrada, con la cadera fracturada, sin que nadie la escuchara, el resto del día y la totalidad de las horas del domingo.
Esta vez la suspicacia de los empleados de la pizzería le había salvado la vida.