19 años de investigación descartan que los dulces afecten la concentración o el comportamiento.
Basta ver a un niño agitado o con ganas de hacer mucha actividad física para inmediatamente sospechar del azúcar como la causa de esa hiperactividad. ¿Es ese un hecho o un mito asociado a ese nutriente?
Las investigaciones abundan en las bibliotecas y en Internet, sin embargo; aquellas con base científica, demuestran que no hay evidencia alguna para asociar el dulce a esa condición. Las causas se mantienen desde 1995 cuando iniciaron los estudios: la hiperactividad se asocia más a genes familiares o algún desbalance hormonal.
Investigadores de la Universidad de Los Ángeles, California, encontraron que los genes de uno de los padres fomentaba mucho más esa condición que algún alimento. Los investigadores incluso señalan en sus conclusiones la “urgencia de desmitificar al azúcar como el responsable de esa condición”.
En esa misma línea avanzaron los responsables de otro estudio desarrollado por el Instituto Estadounidense de Salud Mental. Los resultados fueron claros: no se pudo mostrar que el azúcar afecta la conducta o el desempeño cognitivo.
El médico pediatra endocrinólogo, Enrique Medina, explica que “la satanización de los alimentos sigue siendo un camino errado para controlar algunas condiciones patológicas.
¿Será algo más de percepción de adultos?
En varios de estos experimentos se propusieron probar la expectativa de los padres que pensaban que el azúcar tenía un efecto negativo en sus hijos. A la mitad de las madres se les hizo creer que sus hijos estaban tomando algo azucarado, la otra mitad sabía que eran bebidas endulzadas con un edulcorante no calórico.
Cuando se les pidió que observaran y calificaran la conducta de sus hijos, las que pensaban que habían consumido azúcar dijeron que estaban más hiperactivos. Lo que no sabían era que las observadas eran ellas mismas, los investigadores tomaban nota de cómo se comportaban con sus hijos.
El resultado fue que ellas no sólo los criticaban más, sino que se mantenían más cerca de ellos y los observaban con más ahínco. Así que la presunta azúcar no había cambiado la conducta de los niños sino la de las madres.
¿Qué hacer con niños hiperactivos?
Si usted sospecha que su hijo sufre de hiperactividad el primer paso es que un especialista certificado lo diagnostique. “Esta es una consulta frecuente de los padres de familia y afortunadamente se da ya que la automedicación es el peor error” explica Medina.
El especialista agrega que “saltarse a los expertos es propiciar las condiciones para que se den otros males como desnutrición, fatiga e incluso de crecimiento”.
El segundo paso; es adecuarse al tratamiento que se le prescriba y acatarlo con responsabilidad. De eso depende que los cuadros de dispersión se controlen y el niño disfrute más de su tiempo con la familia, en la escuela y otros espacios que requieren de su atención.
Y el tercer paso; es apostar por la medicina más barata y efectiva contra esta condición y muchos otros padecimientos y es la actividad física.
“Está demostrado que realizar 1 hora de actividad física, 5 veces a la semana, ayuda a una mejor concentración, a desarrollar niños más alegres y sanos y a la vez agotar excesos de energía que luego propicien cuadros de insomnio” detalla Medina.
El siguiente recuadro le ayudará con algunas pistas para que su tiempo libre en las próximas vacaciones o en el tiempo libre de la escuela se convierta en un perfecto escenario para mejorar la salud y ser más felices.