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De acuerdo con los autores del estudio, reducir los niveles del índice de masa corporal (IMC) en las personas tiene un efecto dramático en la incidencia acumulada de ENTs. Por ejemplo, encontraron que al disminuir el IMC en un 5% se pueden evitar hasta más de 1 000 casos de personas con enfermedades cardíacas para una población de 100 000 habitantes.
De hecho, otra investigación publicada en esta misma revista indica que está comprobado científicamente que hay una relación directa entre el aumento del IMC y el riesgo de padecer alguna enfermedad cardíaca. Según los autores del estudio, por cada 4 puntos de aumento en el IMC, el riesgo de enfermedad cardíaca isquémica (cuando el corazón se daña por falta de oxígeno) aumenta en un 26%.
El desequilibrio calórico, una de las causas de la obesidad
“En palabras sencillas, una persona llega a ser obesa cuando el consumo energético total, que se compone por todaslas calorías que se ingieren a partir de los alimentos, es mayor al que gasta diariamente mediante las funciones básicas vitales y la actividad física”, señala el estudio. Los expertos concluyen que “existe una variedad de factores de riesgo que aumentan la probabilidad de padecer enfermedades cardíacas, entre ellos los biológicos (edad y genética) y aquellos que están relacionados con hábitos de vida que sí se pueden modificar, como una dieta desbalanceada y el sedentarismo, dos de las principales causas de la obesidad”.
Analizar los hábitos alimenticios y la actividad física que se realiza es primordial para alcanzar un estilo de vida activo y saludable. La meta es buscar un balance entre la ingesta y el gasto calórico, indica la investigación.
Agrega que para determinar si una persona tiene sobrepeso u obesidad, el indicador más adecuado es el IMC, el cual mide la relación entre el peso y la talla en los adultos. Se calcula dividiendo el peso de una persona en kilos por el cuadrado de su talla en metros (kg/m2). Según la Organización Mundial de la Salud:
· Un IMC igual o superior a 25 determina sobrepeso.
· Un IMC igual o superior a 30 determina obesidad.
Mejore su alimentación y manténgase activo
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“Debemos comprender que una alimentación equilibrada debe incluir suficientes cantidades de cereales, leguminosas, frutas, verduras, lácteos, carnes, pescados, aceites y grasas. Lo importante es recordar que ningún exceso es bueno y que no hay alimentos buenos o malos, solo dietas mal balanceadas”, menciona la nutricionista Raquel Tejada.
El experto añade que es importante recordar que el consumo excesivo de ciertos alimentos en la dieta, como los carbohidratos (pan, tortillas, pasta) y las grasas (alimentos fritos, mantequilla, papas fritas) propicia la ganancia de peso, por lo que es importante moderar la ingesta de estos alimentos.
También es fundamental mantener una adecuada hidratación porque favorece el transporte de nutrientes y su utilización. Además, permite regular la temperatura del cuerpo, elimina toxinas y desperdicios metabólicos del organismo.
Un porcentaje importante de la hidratación diaria se repone mediante el consumo de líquidos como agua, jugos, leche, gaseosas, café, té, chocolate, entre otros. El otro porcentaje proviene de los alimentos sólidos, tales como las frutas y vegetales. Un adulto sano, no deportista, y sin condiciones especiales (clima, enfermedades) debe consumir entre 9 y 13 vasos/tazas (de ocho onzas) de líquido al día.

Por último, la Dra. Tejada menciona que la educación juega un papel vital, porque las causas que llevan a las personas a ser obesas y a tener enfermedades relacionadas con la obesidad son totalmente prevenibles. “Es necesario que todos comprendan que una alimentación balanceada y la práctica constante de actividad física brinda múltiples beneficios a la salud” concluye la experta.