El pequeño de República Dominicana entró por la puerta grande al templo sagrado del béisbol. Como en sus mejores tiempos, Pedro Martínez ofreció un recital en su inducción al Salón de la Fama de las Grandes Liga: hubo nervios, risas, dirección de orquesta, reconocimientos, anécdotas, palabras en inglés y español y un cierre maravilloso al lado del inmenso Juan Marichal con la bandera dominicana como sello de garantía de uno de los momentos más excelsos que ha vivido la tierra que los vio nacer.
Martínez, ataviado con un traje azul, corbata con los colores patrios y presentando en el hombro izquierdo el escudo de los Estados Unidos de Norteamérica y en el derecho el dominicano, comenzó a hablar a las 4:08 de la tarde bajo un candente sol que raras veces abandonó el escenario del Clark Sports Center y varios minutos después (4:00 p.m.) de que el comisionado de las Grandes Ligas, Rob Manfred, leyera su placa.
La multitud, estimada en 45 mil personas, la cuarta más larga en la historia de estos actos, lo recibió con un “Pedro, Pedro” combinado a ritmo de güira y tambora. Martínez se encargó de comandar la improvisada orquesta para que le permitieran hablar. Al hacerlo, cual jefe de un combo dominicano, entonces empezó a saludar. “Hooola!”, “Hooola!”, dijo varias veces el segundo criollo en el Cooperstown después que Marichal entrara en 1983.
“Trataré de hacerlo lo mejor posible, pero tengan seguro que terminaré en español”, dijo Martínez, que estaba invadido por la emoción, al iniciar su alocución en inglés, que reflejaron la clase de ser humano que es. “Tengo mucha gente que agradecerle”, dijo el lanzador de 5-11 de estatura que al comienzo de su carrera con los Dodgers tenía muchos dudando de su talento. Se puede afirmar que los incrédulos de la ocasión daban para llenar un estadio moderno de béisbol.
“Felipe Alou fue un padre para mí”, dijo Martínez del hombre que lo recibió en Montreal tras el cambio con los Dodgers. Tuvo palabras de elogio para su antiguo coach Tommy Harper, también en Montreal, el hombre que le dijo “te metiste en el slump lanzando, entonces sales de él lanzando”, rememoró el ganador de tres premios Cy Young sobre un momento difícil en su vida. “Ramón eres mi hermano, pero eres mi segundo padre”, opinó de su hermano mayor, quien fue el primero de la familia en llegar a las Grandes Ligas y un responsable de su éxito en las Mayores. Mencionó a sus demás hermanas y hermanos, a sus hijos, de quienes espera “sigan el camino de su padre”. Tras agradecer a su finado padre, Paulino Jaime, generó aplausos al decir que su madre, Leopoldina, presente dentro de los invitados especiales, “mamá fuiste madre y padre. Te amo”.
elcaribe.com.do
Martínez, ataviado con un traje azul, corbata con los colores patrios y presentando en el hombro izquierdo el escudo de los Estados Unidos de Norteamérica y en el derecho el dominicano, comenzó a hablar a las 4:08 de la tarde bajo un candente sol que raras veces abandonó el escenario del Clark Sports Center y varios minutos después (4:00 p.m.) de que el comisionado de las Grandes Ligas, Rob Manfred, leyera su placa.
La multitud, estimada en 45 mil personas, la cuarta más larga en la historia de estos actos, lo recibió con un “Pedro, Pedro” combinado a ritmo de güira y tambora. Martínez se encargó de comandar la improvisada orquesta para que le permitieran hablar. Al hacerlo, cual jefe de un combo dominicano, entonces empezó a saludar. “Hooola!”, “Hooola!”, dijo varias veces el segundo criollo en el Cooperstown después que Marichal entrara en 1983.
“Trataré de hacerlo lo mejor posible, pero tengan seguro que terminaré en español”, dijo Martínez, que estaba invadido por la emoción, al iniciar su alocución en inglés, que reflejaron la clase de ser humano que es. “Tengo mucha gente que agradecerle”, dijo el lanzador de 5-11 de estatura que al comienzo de su carrera con los Dodgers tenía muchos dudando de su talento. Se puede afirmar que los incrédulos de la ocasión daban para llenar un estadio moderno de béisbol.
“Felipe Alou fue un padre para mí”, dijo Martínez del hombre que lo recibió en Montreal tras el cambio con los Dodgers. Tuvo palabras de elogio para su antiguo coach Tommy Harper, también en Montreal, el hombre que le dijo “te metiste en el slump lanzando, entonces sales de él lanzando”, rememoró el ganador de tres premios Cy Young sobre un momento difícil en su vida. “Ramón eres mi hermano, pero eres mi segundo padre”, opinó de su hermano mayor, quien fue el primero de la familia en llegar a las Grandes Ligas y un responsable de su éxito en las Mayores. Mencionó a sus demás hermanas y hermanos, a sus hijos, de quienes espera “sigan el camino de su padre”. Tras agradecer a su finado padre, Paulino Jaime, generó aplausos al decir que su madre, Leopoldina, presente dentro de los invitados especiales, “mamá fuiste madre y padre. Te amo”.
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