El proyecto “Abriendo Camino a las tradiciones culturales” ha sido seleccionado en la Segunda Convocatoria Nacional de los proyectos culturales auspiciado por el Ministerio de Cultura. Tiene como objetivo promover la cultura tradicional y la identidad barrial a través del fomento de la música y la danza, vinculadas al carnaval en Villas Agrícolas.
El proyecto está dirigido a la población de niños, niñas, adolescentes y jóvenes del sector y surge luego de haber identificado varias problemáticas interrelacionadas, entre ellas la situación de marginalización, la violencia, las altas tasas de delincuencia, la trata de personas, la inseguridad, el tráfico y consumo de drogas.
Esta situación afecta el desarrollo de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes que no cuentan con ningún espacio de recreación. Esto conlleva a que la visión externa del sector, y la propia identidad de sus residentes, esté vinculada con valores negativos amplificados por la falta de referencias y manifestaciones culturales y sociales positivas.
Identidad con enfoque comunitario
Como lo manifestó la señora Nelia Barletta en sus palabras de bienvenida, el proyecto busca también involucrar a nuevos miembros de la comunidad, conformar nuevos espacios culturales que difundan y expandan en el barrio valores identitarios positivos, que permitan romper con los estereotipos y promover el papel de la mujer desde una perspectiva de equidad de género.
“Abriendo Camino a las tradiciones culturales” se propone además recuperar las identidades y manifestaciones tradicionales que han sido abandonadas pero que fueron propias del barrio, con el objetivo de recuperarlas e incluirlas en la identidad colectiva como valores de referencia y orgullo que permitan ir construyendo una nueva ciudadanía basada en derechos y valores.
El carnaval como terapia
“Estos muchachos son los marginados del sistema educativo y lo serán cada vez más…. en su mayoría son hijos e hijas de padres asesinados por balas perdidas o en pleitos por drogas, de madres “crackeras”, de trabajadoras sexuales, o de madres niñas incapaces de seguir a su prole. Desde que los niños crecen un poco los abandonan a su suerte. No se molestan para buscar las actas de nacimiento y las fotos a tiempo para la inscripción e inculcarles hábitos de estudio.”Señaló la señora Elisabeth Puig, miembro de la junta directiva de la Fundación.
Puig resalta que “Cuando van a la escuela, tienen los modales de la calle: violencia, hablan con palabrotas y tienen malas manías. Nada extraño, ya que la vida de cada uno de esos niños o niñas es un drama que cargan al hombro: en la escuela sufren a menudo de falta de atención, de baja autoestima y de dificultad de aprendizaje. Rápidamente se constata que no encajan en un sistema que no hace nada para rescatarlos.”
Sin embargo, esos niños desarrollan desde pequeños una verdadera pasión por el carnaval, actividad de luces y brillos, de gozos y ritmos, que les permite -si ellos logran disfrazarse- salir de la realidad de su vida cotidiana. Durante unas horas al año, en febrero y en agosto, ellos se convierten en el centro de atracción. Explica Elisabeth Puig, “Son el rey que es aplaudido mientras desfila o baila. Disfrazarse les brinda la gloria, dejan de ser Cuicuí, el Mono, el Malo, el Ladrón o el Flaco para ser un samurái, un guerrero o un faraón”.
El Ministerio de Cultura estuvo representado por Claudio Cohen, coordinador del Viceministerio de Descentralización de la institución Estatal.