Finalmente el cadáver de la pequeña de 2 años fue enterrado en un cementerio de Ciudad de México. Terminaba así una espera de 13 meses en la que los intentos de arrojar luz a su caso fueron completamente infructuosos.
Por no conocerse, no se sabía ni su nombre verdadero, aunque en la morgue en la que su pequeño cuerpo estuvo la llamaban cariñosamente Ángela. La historia, que a priori parece sencilla, se ha convertido en un auténtico enigma para las autoridadesmexicanas.
El 23 de marzo de 2015 la niña fue encontrada en una maleta. Había muerto de un golpe en la cabeza, padecía desnutrición y había sufrido violencia sexual. Los forenses determinaron que en el momento de su muerte tenía 18 meses. Junto a ella, en la maleta fueron encontradas dos mudas de ropa de buena calidad, lo que hizo sospechar a las autoridades que no venía de una mala familia ni vivía en la calle.
Hasta aquí las certezas porque más allá es imposible determinar cualquier otro tipo de detalle. Nadie vio quién la abandonó y el tiempo de espera para que los familiares o cualquier persona reclamase su cuerpo expiró ante el más sepulcral de los silencios.
Pero en esta ocasión las cosas fueron distintas al protocolo habitual. En una decisión sin precedentes, el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal ordenó que la niña permaneciera en la morgue el tiempo necesario, en lugar de ser enviada a una fosa común como suele ser costumbre.
Han sido 13 meses intensos en busca de la más mínima pista, de la más pequeña señal que pudiera arrojar un poco de luz. Se envió la foto y el perfil de ADN a todas las fiscalías y morgues del país, para compararlo con los archivos. También hubo contacto permanente con embajadas de países de América Latina, ya que no se descartaba que la pequeña no fuera mexicana.
Finalmente se indagó en los expedientes de niños perdidos. Todas estas iniciativasfueron un completo fracaso. La madre, de la que se cree que también fue asesinada, no apareció y finalmente tras 13 meses de intensas pesquisas el Tribunal la dio sepultura en el cementerio de San Isidro. Rodeada de desconocidos, la niña por fin pudo descansar, mientras que su caso sigue siendo un enigma para todo México más de un año después de su muerte
Fuente: Yahoo.com