Con motivo de cumplirse este año el centenario del paso a la inmortalidad del poeta nicaragüense Rubén Darío, se realizará un coloquio literario sobre su creación poética el martes 2 de agosto de 2016, a las tres de la tarde, en las instalaciones de la Biblioteca “Juan Bosch”, de Funglode, ubicada en la calle César Nicolás Penson no.127.
Esta actividad es abierta al público amante de las letras y la cultura en general, es auspiciada por la Academia Dominicana de la Lengua, la Biblioteca "Juan Bosch" y el Ateneo Insular Internacional, correspondiente del Movimiento Interiorista; esta última entidad representada por los integrantes del taller literario “Pedro Mir” que se reúnen mensualmente en dicha biblioteca.
El coloquio estará encabezado por los académicos José Enrique García y Bruno Rosario Candelier, secretario y director respectivamente de la Academia Dominicana de la Lengua. Rosario Candelier es también el presidente- fundador del Ateneo Insular y quien orienta el trabajo creativo de los miembros del taller literario ya mencionado.
El poeta que hoy se conoce como Rubén Darío, padre del Modernismo, nació con el nombre de Félix Rubén García Sarmiento, en Metapa (hoy Ciudad Darío), Nicaragua, en 1867. Sus padres se separaron cuando era un niño, por lo que fue acogido por sus tíos abuelos. Al crecer, el poeta decidió usar el antiguo apellido familiar: Darío.
Educado por los jesuitas, Darío fue un lector precoz y comenzó a escribir sus primeros versos a temprana edad. De hecho, publicó su primer poema a los 13 años en un periódico local.
En 1887, después de haberse trasladado a Chile, logró publicar su primer libro de poemas Abrojos. El año siguiente salió a la luz Azul, uno de sus libros más importantes, el cual marcó el comienzo del modernismo. Además de poeta, Rubén Darío fue corresponsal para el diario La Nación, de Buenos Aires, y luego director del diario La Unión, en El Salvador. Fue en este país, donde contrajo matrimonio con Rafaela Contreras, en 1890.
En 1892, el poeta viajó por primera vez a Madrid, dando comienzo a una vida de trotamundos, alternando entre París, Madrid y países latinoamericanos. Colaboró con periódicos importantes y desempeñó varios cargos diplomáticos, entre ellos: cónsul honorífico de Colombia, en Buenos Aires, ciudad en la que publicó Prosas profanas y otros poemas; y embajador de Nicaragua en Madrid, donde publicó Cantos de vida y esperanza (1905).
Fue un escritor prolífico e innovador, es considerado uno de los mejores poetas de la lengua española y muchos le han denominado el "príncipe de las letras latinoamericanas". En 1916, cayó enfermo y falleció a los 49 años de edad en su Nicaragua natal.