Corona-virus |
POR ALBERTO QUEZADA
De ahora en adelante todos los esfuerzos que se realicen en cualquier ámbito de la vida dominicana deben estar dirigidos a mitigar los efectos devastadores que de seguro dejará sobre nuestro país este nuevo enemigo invisible llamado COVID-19.
Mirando en perspectiva y con los pies sobre la tierra, a la Republica Dominicana al igual que el resto del mundo, le esperan momentos retadores y decisivos que pondrán de nuevo a prueba el arrojo y gallardía de sus hombres y mujeres.
Lo que le ha sobrevenido al mundo en esta segunda década del siglo XXI con esta pandemia, es algo insospechado, descomunal, demencial, es como si el cielo se desplomara sobre nuestras cabezas.
Ya la sociedad global y local no será igual, la psiquis será otra, el comportamiento social variará y el ánimo y el pensamiento de todos y todas se transformará de manera radical.
En lo que concierne a la sociedad dominicana, le ha llegado el momento de asumir sacrificios y abrazar sin reservas esos tres postulados que están grabados en nuestro Escudo Nacional que rezan: Dios, Patria, Libertad.
Ésta tragedia mundial debe servir, señores, para unificar más aún a la nación en un abrazo de concordia y solidaridad que permita mirar hacia delante en una sola dirección que es la del progreso y el desarrollo que hoy se encuentran herido de muerte.
El actual contexto no admite otro comportamiento, se impone abandonar y olvidar los resentimientos que en algún momento propicio el descontento que nos puso en la senda del descreimiento y la desunión.
La circunstancia invita al trabajo en equipo, al esfuerzo común, al silencio de las armas de la confrontación y a levantar la espada de la paz, el trabajo, el ingenio, para salir lo más pronto y exitosamente posible de esta encrucijada.
La nave de la civilización cristiana está al borde del naufragio, pero los hombres y mujeres que conforman la raza humana con su ingenio, fe puesta en Dios, voluntad y energía granítica, evitaran el colapso para bien de todos. Ya lo verán.
El autor es periodista y magister en derecho y relaciones internacionales. Reside en Santo Domingo. Quezada.alberto218@gmail.com
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