INFORME ESPECIAL: LA IMPORTANCIA DE LA PRENSA EN DÍAS DE COVID-19


Por Roberto Mejía Alarcón

A fines del año pasado, en la China continental comenzó el combate contra un nuevo tipo de gripe que, siendo tal, había el convencimiento que se podía controlar con los recursos existentes a la fecha. Un problema sanitario más, afirmaban los especialistas de la medicina.. No era así. Fue en aumento, pero la burocracia internacional, afincada en la Organización Mundial de la Salud, no tardó en diagnosticar que se trataba de "una gripe leve". Aquel lejano mercado de Wuhan, era en realidad el escenario de un desconocido mal, que mataba gente, a diario, sin discriminación alguna. Que avanzaba con un altísimo nivel de contagio y quebraba todas las barreras que la ciencia de la salud le ponía por delante. Se trataba de una pandemia, identificada como COVID- 19, un nuevo corona virus que tomó por sorpresa al mundo entero.
Los medios de comunicación trajeron al recuerdo los antecedentes de esta novísima gripe, que ataca los pulmones e impide respirar a los infectados, hasta dejarlos sin vida. Más grave que la gripe asiática del 2003, que sumó 8 mil casos y la gripe que surgió en Jordania y Arabia Saudita, en el año 2012 , dejando un saldo de 2 mil personas enfermas. Buscaron, además, la palabra autorizada de los infectólogos más destacados y la respuesta coincidente- para consuelo de muchos- ha sido que aunque el COVID-19 se presenta como más contagioso, sin embargo, es menos letal. Paradójico. No comparable con la violencia mortal de la gripe española que entre enero de 1918 y diciembre de 1920, infectó a 580 millones de personas, equivalente a un cuarto de la población mundial de aquellos días y llevó al ocaso final de la existencia a 50 millones de seres humanos.
La labor preventiva, confirmación y seguimiento de la información fue extraordinaria, reconocida así por gobiernos de los más disímiles colores ideológicos. Los periodistas en épocas en que la costumbre del baño diario no era práctica usual, ni tampoco lavarse las manos, antes y después de tomar los alimentos, con agua y jabón, inclusive en los hogares y mesas de familias solventes económicamente, se convirtieron en mensajeros de los consejos sanitarios, brindando así su cooperación a una causa humanitaria, emprendida por los gobiernos y organismos internacionales. Fueron mensajeros formadores de una conciencia mejor del cuidado de la salud y de la medicina preventiva.
Hoy en día, esa tarea ha vuelto, con todos los riesgos que significa. Señalando con imágenes, letras y palabras, el cumplimiento y el incumplimiento de las medidas de emergencia, que tienen como fin supremo salvar la vida de millones de personas. Una actividad noble, por donde se le mire. Desde otro campo de acción, pero de igual importancia a la de los médicos, enfermeras, auxiliares de la salud, policías, militares, sin más ánimo que el de servir a la colectividad. Hecho éste que, en el caso de nuestro suelo, seguramente será tomado en cuenta por quienes tienen el poder político, para velar por la estabilidad de los medios de comunicación y de los trabajadores de prensa. Los periodistas, al fin y al cabo, tienen sus propias visiones de la realidad. Unos comentan los aciertos de las acciones gubernamentales, otros las critican. No faltan a quienes se les sube la mostaza a la cabeza. Y en suma, toda esa gama de pareceres informativos, sirven para fortalecer un buen gobierno. Si las cosas están bien encaminadas, pues, entonces, hay que seguir el mismo rumbo. Si en ese andar hay quienes ponen baches, cabe examinar, de inmediato, el porqué de esa actitud. Habrá respuesta serena, inteligente. No hay que olvidar que en los viejos libros, escrito está la capacidad de entendimiento del ser humano, tan importante que inventó y usó el lenguaje para vigorizar sus hábitos sociales. El lenguaje, con la inmediatez de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, justifica la afirmación que nos dice que, ese ser humano, " es el señor de todas las criaturas vivientes". La crisis de la salud será superada, en consecuencia, en paralelo con otras acciones de emergencia, con el buen uso del lenguaje. La circulación diaria y permanente de la prensa, merece, por tanto, el apoyo que las circunstancias así lo exigen.
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