Lic. Ysaias Lara Kevelier
El medio ambiente es un sistema
formado por elementos naturales y artificiales que están interrelacionados y
que son modificados por la acción humana. Se trata del entorno que condiciona
la forma de vida de la sociedad y que incluye valores naturales, sociales y
culturales que existen en un lugar y momento determinado.
Medio ambiente
Los seres vivos, el suelo, el agua,
el aire, los objetos físicos fabricados por el hombre y los elementos
simbólicos (como las tradiciones, por ejemplo) componen el medio ambiente. La
conservación de éste es imprescindible para la vida sostenible de las
generaciones actuales y de las venideras.
Podría decirse que el medio ambiente
incluye factores físicos (como el clima y la geología), biológicos (la
población humana, la flora, la fauna, el agua) y socioeconómicos (la actividad
laboral, la urbanización, los conflictos sociales).
Se conoce como ecosistema al conjunto
formado por todos los factores bióticos de un área y los factores abióticos del
medio ambiente; en otras palabras, es una comunidad de seres vivos con los
procesos vitales interrelacionados.
La ecología es otra noción vinculada
al medio ambiente, ya que se trata de la disciplina que estudia la relación
entre los seres vivos y su entorno, cuya subsistencia puede garantizarse a
través de un comportamiento ecológico, que respete y proteja los recursos
naturales.
Lamentablemente, el ser humano hace
lo posible por atentar contra su propia especie y contra las demás, a través de
diversas acciones que afectan a cada uno de los elementos que componen el medio
ambiente. Comenzando por el suelo y el agua, los residuos inorgánicos arrojados
en la naturaleza constituyen una auténtica bomba de tiempo: a menos que alguien
los recoja, llegará el día en que se interpongan entre los animales y el suelo.
Medio ambiente Intentar comprender la
mente de alguien que desecha una botella de vidrio o una lata en un parque o en
un lago es una tarea muy difícil. ¿Qué piensa esa persona que ocurrirá con la
basura que tan irresponsablemente está tirando? ¿No considera, acaso, que puede
causar un daño físico a otro ser vivo o, incluso, a sí misma? Si su nivel de
espejismo nubla su consideración por los animales y las plantas, ¿no teme
siquiera que un niño se lastime con los trozos de vidrio o con el metal
oxidado? Dado el número de gente que incurre en actos de este tipo, parece que
no.
El aire que respiramos es otro de los
elementos del medio ambiente que alteramos considerablemente a causa de nuestra
irresponsabilidad y por negarnos a usar nuestro cuerpo tal y como hacen el
resto de los animales. Si los automóviles existieran para asistir a individuos
con discapacidades físicas o simplemente para realizar viajes de larga
distancia, quizás sería más aceptable considerarlos indispensables. Sin embargo,
un gran número de personas dependen de sus coches para desplazarse por la
ciudad, sin importar la distancia a recorrer, y esto potencia el volumen de
contaminación que generamos a diario.
Si a esto le sumamos que en países
subdesarrollados los vehículos en circulación suelen tener más de dos décadas
de antigüedad y no son sometidos a todos los controles necesarios para
certificar su buen funcionamiento, llegamos a un nivel muy preocupante de
polución, que parece no tener fin. Por otro lado, desde hace ya unos años, en
algunas ciudades existen planes que promueven la realización de ejercicio
físico a través, por ejemplo, de la concesión de bicicletas sin ningún coste.
Por último, los edificios, los
monumentos, los bancos de las plazas, los puentes y todo aquello que el ser
humano construye, y que también forma parte de su medio ambiente, sufren de la
acumulación de residuos, de la contaminación del aire y de la destrucción
deliberada por parte de los propios ciudadanos.
Etiquetas
nacionales