yahoo.com.-Aún no se conoce quién será el ganador de la elección presidencial en Estados Unidos, pero la actitud y actividades recientes de los dos contendientes, el presidente y candidato republicano Donald Trump y el exvicepresidente y candidato demócrata Joe Biden, marcan agudos contrastes que sugieren no solo lo que podría ser el desenlace de los comicios sino también lo que requiere el país.
Trump ha estado desde la madrugada del pasado miércoles 4 de noviembre en la Casa Blanca, enviando tuits incendiarios y equívocos clamando que se ha dado un fraude electoral y se debe suspender el conteo de los votos y amenazando con presentar demandas en todos los estados en los que Biden ha logrado ventaja para revertir los supuestos fraudes.
Todo ello trasluce no solo falsedad –pues no hay prueba alguna de tales irregularidades masivas– sino también desesperación y un desdén por el proceso democrático. Si Biden ha remontado en los resultados en varios estados y se encuentra, al momento de escribir esto, a un paso de ganar, se debe simplemente a que el conteo de votos, sobre todos los recibidos por correo, ha avanzado de modo normal para computar todos y cada uno de los sufragios legalmente recibidos. No hay en ello fraude sino la marcha normal de un cómputo electoral, que en este año de pandemia de covid-19 ciertamente tiene la peculiaridad de incluir un ingente voto por correo que requiere más tiempo para ser contado cabalmente.
Pero varios de los mensajes en redes sociales de Trump al respecto son tan cáusticos y mentirosos que han sido marcados por Facebook y Twitter de contener desinformación e incluso les han añadido aclaraciones o refutaciones .
Así, mientras Trump hecha humo y destila amargura, invocando fantasmas inexistentes y al parecer interesado solamente en su futuro personal (su desventura de salir de la Casa Blanca), Biden ha tenido actividades muy distintas. Da la impresión de que Trump sabe que perderá y trata de impedir ese desenlace con falsedades.
La contradicción de que Trump exija que se suspenda el conteo de votos en donde ha perdido o está en proceso de perder su ventaja y no en los lugares en los que tiene posibilidad de remontar es ejemplo claro de su actitud destructiva y antidemocrática.
En cambio, en relación al proceso de cómputo, Biden ha hecho declaraciones mucho más mesuradas y conciliadoras. Ha dicho que confía en una victoria pero también que hay que esperar a que todos los votos se cuenten, ha señalado que de llegar a la presidencia será presidente para todos los estadounidenses y ha tenido reuniones para ser informado de temas claves y punzantes que afectan severamente a la población.
Por ejemplo, de acuerdo a la agencia AP, Biden ha participado este jueves en videoreuniones de información en las que se le ha informado sobre la situación actual de la pandemia y de la crisis económica generada por ella.
El pasado 4 de noviembre, mientras Trump se enardecía en redes sociales por ir detrás en el conteo electoral y su entorno se lanzó a presentar demandas para frenar conteos de votos y a difundir nociones equívocas de fraudes inexistentes, el país atravesó un momento terrible: ese solo día se registraron en el país más de 107,000 nuevos casos de covid-19, la cifra más alta diaria jamás registrada. El alza de casos ha sido severa y, de cara al invierno, configura un panorama ominoso tanto en materia de salud pública como en términos económicos. Y, a la fecha, ya han fallecido más de 234,000 personas en Estados Unidos de esa enfermedad.
Ante ello, analistas se han preguntado qué es lo que necesita al país: una figura serena que se informa de los graves problemas nacionales o una que destila amargura y rencor para tratar de revertir la voluntad popular.
Biden va adelante pero Trump aún tiene posibilidad de ganar la elección. Pero sea quien sea que gane la presidencia deberá enfrentar una crisis de covid-19 creciente y su rudo correlato económico. La forma como Trump se ha comportado ante la pandemia ha sido desastrosa, con minimizaciones de la gravedad de la enfermedad, politización y rechazo de medidas de prevención básica como las mascarillas y el distanciamiento social y desdén por la ciencia y los científicos.