POR ALBERTO QUEZADA
De verdad que no encuentro explicación lógica al derroche de elogios arrojados por ciertos sectores sociales a la gestión gubernamental de los primeros 100 días del presidente Luis Abinader, al frente de la conducción del Estado dominicano.
Lo visto y escuchado hasta al momento son elogios infundados, desproporcionados, excesivos, lisonjeros, extemporáneos y ligeros, carentes de todo sentido de la realidad sanitaria, económica y social que vive el país y el mundo.
El presidente Luis Abinader, es cierto, que cada día realiza esfuerzos titánicos para empujar al país hacia adelante, y eso está bien, pero de ahí a decir que lo realizado en medio de esta calamidad no tiene paralelo en la historia, es un exceso de optimismo peligroso.
Así no se ayuda a un jefe de Estado, lo que el señor Luis Abinader está enfrentando es algo nunca visto, es algo desconocido y brutal que la ciencia aún no termina de visualizar cuando podríamos volver a la cordura y la quietud.
No soy quien para recomendarle nada al actual mandatario, a él en este momento le sobran los asesores, sabios y profesionales de la adulación.
Sin embargo, ante tanto el desasosiego por el que atraviesa mi país me permito sugerirle con todo respeto al joven Presidente dominicano, que medite este razonamiento que hiciera el narrador y ensayista portugués, premio Nobel de Literatura en 1998, José Saramago; “Los únicos interesados en cambiar el mundo son los pesimistas, porque los optimistas están encantados con lo que hay.”.
Medítelo bien, señor presidente, no le ponga caso a todo lo que se ha dicho y sé está diciendo en diferentes ámbitos de la comunicación social y gubernamental, eso lo puede distraer y desviar.
No pierda de vista la realidad objetiva, es momento de pie de plomo y cabeza fría, no es verdad que 100 días es tiempo suficiente para evaluar una gestión que apenas comienza, y de inmediato ofrecer resultados de excelencia.
Quizás los autores de esos elogios pensaran que es necesario hacer esas afirmaciones exitosas, por el momento tan especial en que vivimos, pero a esos al igual que a usted le recuerdo que: ¨De buenas intenciones está empedrado el camino hacia el infierno¨.