Hace exactamente un año, el 1 de marzo del 2020, las autoridades de la Ciudad de Nueva York anunciaron lo que ya se esperaba: Un nuevo virus, poco conocido por la comunidad científica, surgido en China, ya estaba en las calles de la Gran Manzana. Doce meses después, los motores de la vitalidad de la ciudad de los rascacielos están apenas comenzando a encenderse lentamente y muchos residentes hispanos, uno de los grupos étnicos más abatidos por el COVID-19, estiman que falta mucho para que vuelva “algo de normalidad”. Leer más
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