Articulo: El desnudo de Palacio

POR ALBERTO QUEZADA

De verdad que no termino de entender cómo es posible que el  Gobierno que preside el licenciado Luis Abinader Corona, haya  permitido que un tema tan sensible como el  otorgamiento de prestaciones a servidores públicos  desvinculados de la pasada gestión gubernamental, haya llegado a los niveles de escándalo que todos conocemos.

Esto lo digo, porque de todo es sabido que los procedimientos institucionales y legales son sumamente claros, la Ley de Función Pública 41-08 dice de manera cabal cuales son los pasos que se deben dar para separar a un empleado público  de su lugar de trabajo.

No hay necesidad de  denigrar, humillar, rebajar y maltratar a nadie, cuando los procedimientos establecen que hacer en cada caso, cuales medidas tomar y que procesos encaminar;  esto siempre en el ámbito de la decencia y el respeto a la dignidad humana.

Según reportes de prensa y murmuraciones  de los propios empleados del Estado, lo que ellos vienen padeciendo desde el pasado 16 de agosto, es  una verdadera tragedia, una tortura, la cual, a su decir,  no se la desean a ningún ser humano.

De manera que es inaceptable  que en pleno siglo XXI, dónde  gritamos a los cuatro vientos que en la República Dominicana vivimos en un Estado Democrático, Social y de Derecho, un Gobierno esté haciendo  de manera increíble esta negación de derecho.

Nada justifica que a estas alturas del juego desde una administración gubernamental  se esté desconociendo e incumpliendo los plazos  que estable la Ley de Función  Pública,  en lo relativo a la entrega de prestaciones de un colaborador despedido.

 La Ley establece un plazo de 90 días para la entrega, y esa pobre señora doblaba ese tiempo. Bárbaros!.

 

Eso no debe ser. No hay razón  para que la sociedad dominicana tenga que presenciar y soportar este tipo de cosas, y sobre todo; un espectáculo de tan mal gusto como el escenificado por una de las víctimas del desacato gubernamental de  desnudarse  en pleno frente del Palacio  Presidencial. Ya basta, por el amor de Dios!.


El autor es periodista y magister en derecho y relaciones internacionales. Reside en Santo Domingo. Quezada.alberto218@gmail.com

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