Los datos de trabajo infantil más recientes con los que cuenta República Dominicana son de la encuesta ENHOGAR MICS 2014, en ese año, la cifra de trabajo infantil era de 12.8 % de la población de entre 5 y 17 años.
“La situación de la COVID-19 ha originado en muchos países del mundo, y obviamente también en este país, importantes crisis económicas y reducción de empleos, afectando de manera especial a las familias vulnerables que han perdido sus ingresos, y además el hecho de que las escuelas han estado cerradas”, dijo la doctora Rosa Elcarte, representante de UNICEF.
A su vez, remarcó que “este difícil contexto ha empujado a más niños o adolescentes a trabajar y a realizar las peores formas de trabajo infantil”.
“Necesitamos, de manera coordinada, garantizar una educación de calidad con programas que permitan reforzar la escolaridad; para que ningún niño más abandone el sistema educativo, con proyectos especiales para recuperar a los que ya lo han abandonado. Es preciso fortalecer el sistema de protección social para que las transferencias monetarias destinadas a los alumnos de educación secundaria sean lo suficientemente atractivas para que los niños se mantengan en la escuela, y no se vean obligados a trabajar ni las niñas sean incitadas a unirse con hombres mayores, y así mismo hay que mejorar las oportunidades laborales de los adultos a fin de que puedan sostener sus hogares, y no sea necesario que los infantes trabajen”, aseguró.
Se destaca que la cantidad de niños que trabajan se eleva actualmente a 160 millones en todo el mundo, tras un aumento de 8,4 millones en los últimos cuatro años, y varios millones de niños más se encuentran en situación de riesgo debido a los efectos de la COVID-19, según se desprende de los resultados de un nuevo informe conjunto de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y UNICEF.
En el informe titulado Trabajo infantil: estimaciones mundiales 2020, tendencias y el camino a seguir, publicado antes de la celebración del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, que se conmemora el 12 de junio, se pone de relieve que los avances para erradicar el trabajo infantil se han estancado por primera vez desde hace 20 años, y que se ha invertido la tendencia a la baja que existía previamente, en virtud de la cual los casos de trabajo infantil disminuyeron en 94 millones de 2000 a 2016.
En este documento se percibe, de igual manera, un aumento sustancial de la cantidad de niños de 5 a 11 años que trabajan, y que actualmente representan algo más de la mitad de todos los casos de trabajo infantil a escala mundial. La cantidad de niños de 5 a 17 años que realizan un trabajo peligroso, por el cual se entiende todo trabajo susceptible de mermar su salud, seguridad o moral, ha aumentado en 6,5 millones desde 2016, hasta alcanzar 79 millones.
“Las nuevas estimaciones constituyen una llamada de atención. No podemos quedarnos impasibles mientras se pone en riesgo una nueva generación de niños”, señaló Guy Ryder, director general de la OIT.
También, Ryder enfatizó que “la protección social inclusiva permite a las familias proseguir la escolarización de sus hijos aun en una coyuntura económica adversa. Es primordial aumentar las inversiones para facilitar el desarrollo rural y promover el trabajo decente en el sector agrícola. Nos encontramos en un momento crucial y los resultados que se obtengan dependerán en gran medida de las medidas de respuesta que adoptemos. Debemos reiterar nuestro compromiso y nuestra voluntad para revertir la situación e interrumpir el ciclo de pobreza y trabajo infantil”.
Aun en las regiones en las que se han registrado avances desde 2016, en particular Asia y el Pacífico; América Latina y el Caribe, la COVID-19 podría revertir dichos avances.
En esta publicación se advierte de que, a escala mundial, nueve millones de niños más corren el riesgo de verse abocados a la realización de trabajo infantil como consecuencia de la pandemia para finales de 2022. Un modelo de simulación ha puesto de manifiesto que esa cifra podría aumentar a 46 millones en el caso de que no dispongan de cobertura de protección social esencial.
“Estamos perdiendo terreno en la lucha contra el trabajo infantil, y el último año no ha facilitado nuestra labor”, manifestó Henrietta Fore, directora ejecutiva de UNICEF.
“En este segundo año de confinamientos en todo el mundo, cierre de escuelas, crisis económicas y ajustes presupuestarios a escala nacional, las familias se ven obligadas a tomar decisiones muy drásticas. Instamos a los gobiernos y a los bancos internacionales de desarrollo a que den prioridad a las inversiones en programas que permitan a los niños salir de la fuerza de trabajo y regresar a la escuela, así como en programas de protección social que faciliten esa labor a las familias”, añadió Fore.
Entre las principales conclusiones del informe se encuentran las siguientes:
- El 70% de los casos de trabajo infantil (112 millones de niños) se dan en el sector agrícola, seguido del 20% (31,4 millones de niños) en el sector de servicios y el 10% (16,5 millones de niños) en el sector industrial.
- Casi el 28% de los niños de 5 a 11 años y el 35% de los niños de 12 a 14 años que trabajan no están escolarizados.
- El trabajo infantil se da con más frecuencia en el caso de los niños que en el de las niñas, con independencia de su edad. Con respecto a las tareas domésticas realizadas durante 21 horas semanales, o más, la disparidad de género en cuanto a trabajo infantil es menor.
- El trabajo infantil en zonas rurales (14%) es casi tres veces más frecuente que en zonas urbanas (5%).
“Los niños que trabajan corren el riesgo de padecer daños físicos y mentales. El trabajo infantil merma
la educación de los niños, restringe sus derechos y limita sus
oportunidades en el futuro, y da lugar a círculos viciosos
intergeneracionales de pobreza y trabajo infantil”, agregó la doctora Elcarte.
Con objeto de evitar que el trabajo infantil siga aumentando, la OIT y UNICEF abogan por:
· Fomentar una protección social adecuada para todos que incluya prestaciones universales por hijos.
· Aumentar el gasto en educación de calidad y facilitar el regreso de todos los niños a la escuela, entre ellos los que estaban sin escolarizar antes de la pandemia de COVID-19.
· Promover el trabajo decente para los adultos, con el objetivo de que las familias no tengan que recurrir a la ayuda de sus hijos para generar ingresos familiares.
· Poner fin a las normativas de género ineficaces y a la discriminación que propician el trabajo infantil.
· Invertir en sistemas de protección de la infancia, el desarrollo del sector agrícola, servicios públicos rurales, infraestructuras y medios de subsistencia.