OpinionCuidemos la estabilidad

 POR ALBERTO QUEZADA

La situación de agitación y controversia social y política descontrolada que hace algunos meses vivió  la sociedad dominicana ha venido bajando de volumen y velocidad.   

La actual sensación de tregua  que se advierte  en el ánimo social es un signo revelador de la recuperación de un camino que jamás debió perderse  de vista para bien de todos y todas.

 A pesar de los pesares, de las altas y las bajas, la República Dominicana vive un buen momento de estabilidad política y fortalecimiento democrático que debe ser cuidado y preservado por todos los dominicanos. 

Ahora bien, esta señal de quietud y estabilidad que se observa en amplios sectores de la población, no quiere decir que todo este color de rosa, que todos los problemas se hayan resuelto. No, eso jamás. Hay muchas cosas que resolver, que están pendientes y que resultan odiosas en pleno Siglo XXI.

Por ejemplo, hay que trabajar sin descanso con miras a  propinar una derrota contundente lo más pronto posible a la indetenible  inflación que lacera las economías de todos los dominicanos y dominicanas.

De igual manera, es menester poner atención inmediata a la carestía de los artículos de la canasta familiar que cada día están más inalcanzables  para el ciudadano de a pie.

También, es imperativo ponerle frente a la cada vez más grande deuda social acumulada que  asfixia a millones de dominicanos desde hace décadas y como que no hay manera de reducirla a su mínima expresión.  

Se impone, púes, emplearse más a fondo para seguir fortaleciendo los programas sociales y la creación de empleos de calidad que produzcan  una disminución drástica al cantaleteado tema de la  pobreza que se dibuja aún en los rostros de miles de quisqueyanos.

Hay que desaparecer definitivamente de este país el irritante nivel de desigualdad que aún prevalece entre ricos y pobres procurando una mejor  distribución de las riquezas que todos producimos.

 En fin, son muchas las cosas que hay que mejorar para seguir dignificando la vida de la gente en términos  material y espiritual en esta media Isla caribeña.

El autor es periodista y magíster en derecho y relaciones internacionales. Reside en Santo Domingo. Quezada.alberto218@gmai.com   

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