Con una puesta en escena sin desperdicio, la pieza teatral “Las sillas” se presentó durante tres funciones en la Sala Cristóbal de Llerena de Casa de Teatro; cautivando con sus destrezas histriónicas a la audiencia que ovacionó cada una de las entregas realizadas en el marco de la iniciativa Clásicos del Teatro Universal en RD.
Con impresionantes actuaciones de parte de Camilo Landestoy, en la piel de el “Viejo”, y Johanna González, encarnando a la “Vieja”; además de una destacada participación especial de Miguel Lendor (Papachín) como el Orador, el espectáculo dirigido por Indiana Brito logró un muy acertado paso por las tablas en su primera vez en la escena dominicana, constituyendo un verdadero tributo a su autor, el franco-rumano Eugène Ionesco.
Logrando una conexión entre los personajes y la audiencia, la cual empatizó con las interpretaciones e historias planteadas por la icónica pieza y representadas por Landestoy y González, “Las Sillas” va descubriendo una farsa trágica del siglo XX en torno a una pareja de ancianos, aislados de la sociedad en una isla remota, representado en una escenografía de Ángela Bernal perfectamente funcional y sincronizada con una sugerente iluminación de Ernesto López, y acertada musicalización de José Andrés Molina, elementos que logran una gran sinergia en el escenario.
A lo largo de la obra, en un intento de justificar su existencia, los personajes recrean la llegada de figuras imaginarias para las cuales dicen haber preparado un gran discurso, encontrándose posteriormente frente a una multitud de sillas vacías. Su “tragedia” representa el esfuerzo histórico del hombre por comunicarse entre sí, cuando en realidad no hace más que hablar consigo mismo, dando paso a la liberación de ambos personajes, abrazándose por última vez en solemne despedida final.
Es a través de este drama que las interpretaciones de estos actores muestran con éxito la esencia de “Las Sillas”, un exquisito análisis a los matices del comportamiento humano, ilógicos y sin sentido.
Cabe destacar que esta es una obra icónica de Eugène Ionesco, máximo exponente del Teatro del Absurdo, que llega a los escenarios dominicanos gracias a la iniciativa cultural “Clásicos del Teatro Universal en la República Dominicana”, una propuesta de la emergente compañía Cuadro Dramático de Santo Domingo, entidad que surge con el fin de acercar el arte dramático y la literatura universal al público nacional, en especial a las nuevas generaciones.
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