La desgracia provocada por el terremoto en Turquía y Siria, ya bordea las 21 mil víctimas y la escalada no frena.

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Mientras tanto, los rescatistas, desafiando la baja temperatura, lograron sacar de los escombros a dos menores de 5 y 7 años que resistieron 83 horas entre ruinas.

El gran trabajo de los rescatistas ha hecho posible que la inocencia saboree la vida, aunque en algún lugar, pues sus progenitores quedaron sepultados entre concreto y varillas.

Aunque el sismo golpeó con fuerza en varias localidades de Turquía, también impactó en la frontera Siria, justamente en donde se producen enfrentamientos político-militares.

En Ankara, capital de Turquía, una de las ciudades principales de la nación, los rescatistas (topos), dijeron escuchar ligeros quejidos, y de inmediato se orientaron y se encontraron con los menores acurrucados, quizás por la falta de alimentos o tal vez por el intenso frío.

Es admirable la sólida vocación de los rescatistas a la hora de salvar vidas, así se puso de manifiesto en Haití, mientras que ahora la historia se repite en Siria y Turquía.

En Haití, por cierto, hacen falta rescatistas, pero no topos, sino, tutumpotes poderosos de las grandes naciones y con grandes poderes políticos para rescatar al país, bajo los escombros de la delincuencia criminal y los históricos políticos desfalcadores y fascistas, que han colocado esa nación al poder de un abismo, o tal vez, de un tsunami que la sepultaría para siempre.

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