El gran trabajo de los rescatistas ha hecho posible que la inocencia saboree la vida, aunque en algún lugar, pues sus progenitores quedaron sepultados entre concreto y varillas.
Aunque el sismo golpeó con fuerza en varias localidades de Turquía, también impactó en la frontera Siria, justamente en donde se producen enfrentamientos político-militares.
En Ankara, capital de Turquía, una de las ciudades principales de la nación, los rescatistas (topos), dijeron escuchar ligeros quejidos, y de inmediato se orientaron y se encontraron con los menores acurrucados, quizás por la falta de alimentos o tal vez por el intenso frío.
Es admirable la sólida vocación de los rescatistas a la hora de salvar vidas, así se puso de manifiesto en Haití, mientras que ahora la historia se repite en Siria y Turquía.
En Haití, por cierto, hacen falta rescatistas, pero no topos, sino, tutumpotes poderosos de las grandes naciones y con grandes poderes políticos para rescatar al país, bajo los escombros de la delincuencia criminal y los históricos políticos desfalcadores y fascistas, que han colocado esa nación al poder de un abismo, o tal vez, de un tsunami que la sepultaría para siempre.