Hablar de Chichi Peralta es viajar a través de las palabras: melodía, ritmo, sabor, baile y magia sonora, características indudables de su obra que volverán a estar presentes en su siguiente producción discográfica en la que trabaja. Es un recorrido por la historia de las músicas del mundo y su impacto en Latinoamérica. Es ahondar en la fusión de los diferentes géneros musicales que han llegado a sus oídos y que se han convertido en el distintivo de un proyecto artístico que ha construido de forma excepcional por más de 26 años.
Hacer una carrera que trascienda en el tiempo es de verdaderos maestros, y Chichi Peralta es eso, un preceptor de la sonoridad, que ha permeado con sus grandes éxitos la memoria colectiva de varias generaciones. Lo suyo es toda una revolución artística, pues el fusionar de forma extraordinaria diferentes géneros musicales con una identidad propia dentro de la industria latina, lo ubica como un artífice de un sonido único y atemporal.
Los Inicios
Ciudad Nueva en Santo Domingo, capital de República Dominicana, vio nacer a Pedro René Peralta Soto a finales de los años sesenta. Con una infancia feliz, tranquila y de mucho amor familiar. Conoció la música a muy temprana edad, gracias a la influencia de su padre, Eugenio Peralta Sterling, de descendencia cocola (comunidad en el este de la República Dominicana de mezcla inglesa-africana) quien era un apasionado por la cultura musical. Desde muy pequeño, Chichi se interesó por los sonidos provenientes de otras latitudes y escuchaba junto a su progenitor los vinilos de una extensa colección que reposaba en su hogar, que iban desde la música clásica, pasando por el rock and roll, hasta los ritmos africanos. Asimismo, construía instrumentos musicales con los recursos que tenía a mano: latas vacías de galletas y tapas de ollas, recreando guitarras y baterías. A los 4 años de edad fabricó su primera tambora
usando los recipientes de cocina en los que su madre, Ubencia Antonia Soto de Peralta, guardaba el aceite, motivo por el cual le compraron una tambora real para evitar accidentes y disgustos. Tal era su fijación por la música y los instrumentos, que la frase “Chichi estate quieto” era recurrente en la casa de los Peralta; en República Dominicana, la palabra Chichi hace referencia al más chico de la casa.
Esa primera tambora, junto al conocimiento percutivo cocolo y el carácter fuerte pero amoroso de su padre, quien a lo largo de su carrera fue cómplice de su arte y de su proyecto, hizo que Chichi reafirmará su predilección por la música y aprendiera a tocar varios instrumentos a la perfección, entre ellos la percusión menor y mayor, con las que ha tenido una estrecha relación que es conocida por todos.
Chichi estudió música desde niño y gracias a sus profesores de artes y música se instruyó sobre el folclor de su nación. Pero fue en la adolescencia en la que afianzó su preferencia por los sonidos del mundo, al combinar su faceta de basquetbolista con la de Disc Jockey. Chichi tenía muy buenas aptitudes para el deporte, tanto así que perteneció al equipo de basquetbol del Colegio Dominicano De La Salle, del que se graduó, para luego hacer parte del Club Deportivo Naco, y después de las selecciones juveniles de su país, pero por lo que verdaderamente su corazón vibraba era por la música. Su primer trabajo fue como DJ de la emisora HILX, número 1 de Santo Domingo en géneros rock y heavy metal, labor que alternaba con el basquetbol y sus estudios de bachillerato. En esa radio, había un gran compilado de vinilos con los que amplió su bagaje musical, específicamente en los sonidos alternativos. De esa época como locutor y programador musical, salió una nueva oportunidad de trabajo como DJ pero en fiestas, oficio que recuerda con gratitud por todo lo aprendido.
Aunque se mudó al barrio de Villa Francisca en su adolescencia, su enlace con Ciudad Nueva y la Ciudad Colonial se mantuvo cercana y sólida. A la edad de 15 años comienza a formar parte de un proyecto que surgió en esta zona, llamado Grupo Fragmento. En este su interpretación de las congas marcó un antes y un después en su carrera artística. Este Grupo Fragmento le permitió formar parte posteriormente del grupo La Familia André, la cual alcanzó una nueva etapa de reconocimiento internacional. En esta agrupación, creada por el cantante Fernando Echavarría, Peralta tuvo la oportunidad de colaborar y hacer contribuciones creativas en los arreglos y producción musical.
Sus temas se convirtieron en verdaderos himnos y desataron un ambiente festivo en toda la sociedad, sin importar la edad. Los niños bailaban “La Ciguapa”, mientras que los adultos dedicaban “Sol de Verano” o “Amor Narcótico”. La sonoridad de Chichi trascendió y cautivó al público colombiano y latinoamericano de formas inimaginables, tanto así que estas letras, melodías y ritmos hacen parte de la banda sonora de sus vidas.
Chichi continuó formándose en la música al mismo tiempo que ingresó a la universidad a estudiar publicidad. Después de unos semestres, cambió temporal de carrera por falta de cupo en el pregrado, lo llevó al dibujo arquitectónico, una coyuntura que lo hizo reflexionar sobre su verdadera vocación profesional; es así como decide dedicarse 100% a la música. Su experiencia de años como músico, arreglista y productor, le permitieron formar parte de la agrupación 4.40 de Juan Luis Guerra, donde se destacó por la creación de una infinidad de nuevos patrones rítmicos, en la etapa de internacionalización de este grupo.
Sus años de práctica, talento innato y destreza musical, le inspiraron a seguir produciendo y abrirse a nuevos caminos. A los 25 años, inaugura Sterling Audio, su propio estudio de producción musical, en el que, desde los inicios de su trayectoria hasta la actualidad, ha trabajado en la composición de álbumes de estudio, jingles comerciales para radio y televisión, diseño de sonido y bandas sonoras para documentales y películas, sesiones como músico de grabación de estudio, entre otros grandes proyectos de carácter internacional.
La genialidad artística de Chichi Peralta y su aporte a la música latina son inmensos. Tanto así que la fusión fresca y atractiva que creó con géneros como el jazz, merengue, pop, ritmos africanos, hip-hop, rap, bachata, guaguancó, ritmos brasileños, plena, salsa, vallenato, cumbia, techno, house, música sinfónica, ritmos árabes e instrumentaciones exóticas de la india y del japón, partieron en dos la historia de la música tropical para darle inicio a una nueva era de sonidos vanguardistas, que 26 años después, se siguen escuchando actuales y modernos. Esa es la virtud de los verdaderos genios.
Su impacto cultural le convirtió en un artista indispensable para la industria musical latina, abriendo un nuevo abanico de posibilidades para las participaciones de grandes referentes de la música mundial en álbumes latinoamericanos. La London Symphony Orchestra, bajo la dirección de su titular el maestro Sir Colin Davis (uno de los más importantes directores orquestales del mundo), hizo parte de este trabajo con grabaciones en el emblemático Abbey Road Studios, lo que sin duda es un sueño hecho realidad para el artista dominicano; en el año 2000, Chichi repitió esta grandiosa colaboración para su disco “De Vuelta Al Barrio”, con el que obtuvo el premio Latin Grammy en 2001.
Gracias a su incansable e inagotable curiosidad por los ritmos que vienen de sus raíces en República Dominicana, de su visión para encontrar en los instrumentos de otros lugares del planeta posibilidades de invención sonora, y de su fascinación por las culturas lejanas y remotas, Chichi Peralta se ha convertido en un verdadero maestro y referente obligatorio de la música para todo el continente americano.
Pronto reivindicará el concepto de “álbum” y presentará una nueva producción discográfica, con la que seguirá construyendo su legado artístico, enmarcado dentro de la exploración y su relación con el universo sonoro de las músicas del mundo.