Por Milton Olivo
La idea es inyectar más humanismo la administración o políticas públicas, fortalecer la justicia social, descentralizar la acumulación de riqueza, fortalecer el mercado de demanda interna, fortalecer el potencial de exportación, impulsar industrialización, crear empleos, riqueza, y reducir la pobreza.
¿Como? Negociando con el Central Romana y la Casa Vicini parte de sus terrenos para ser distribuidos entre los residentes en sus áreas cañeras. Estos terrenos quedarían divididos en dos; área de la administración y áreas de colonos privados.
La idea es convertir familias del entorno y/o interesadas, que hoy que no poseen bienes, en productores privados de caña de azúcar, entregando de a 200 tareas de tierra, de esas que hoy concentran estos grupos económicos, para beneficiar familias residentes en el entorno.
En una triangulación financiera entre los actuales propietarios, el Estado y el Banreservas. Y posteriormente los beneficiarios pagarán al Banreservas el financiamiento de la compra de sus terrenos.
Y con la participación del Ministerio de Agricultura y el Banco agrícola, impulsar la diversificación de la producción de estos terrenos para incrementar su producción de riqueza con el policultivo, ósea que además de cultivar caña, también sembrar otros cultivos como Melones, Auyama y otros productos hortícolas, tanto para consumo local como con potencial de exportación.
El plan es, el gobierno conversar con estos emporios, para pactar la expropiación de parte de sus terrenos, para venderlos financiados a estas familias y vía el banco de reservas financiar el pago a los actuales propietarios y el cobro a los beneficiarios.
Y vía el Agrícola financiar la instalación de agroindustrias en esas zonas, para el procesamiento y empacado de la producción alternativa que se incentivará. Y canalizar la inversión extranjera contactando empresas relacionadas con los productos potenciales a producir.
Y hacer lo mismo en los terrenos del CEA, tanto en lo que están en producción como Porvenir y Barahona, y restablecer los ingenios que fueron cerrados, con ingenio modernos, de esos que hoy a partir de la caña, además de producir azúcar, producen biocombustibles y energía eléctrica, como sería Santa Fe, Consuelo, Villa Altagracia, Haina, Catarey, etc.
Las agroindustrias, o plantas de procesamiento de alimento y de empacado, proponernos sean fabricadas en el país. Apoyando financiera y técnicamente al sector metalmecánico industrial, para incentivar el desarrollo de una industria local. Impulsando el desarrollo de un nuevo sector industrial con potencial exportable, al tiempo de crear más empleos.
Lo mismo podría hacerse con todas las áreas cultivables que hoy están improductivas. Y, además, debería comenzar a pensarse a cobrar algún impuesto por tarea, aunque sea de 10 pesos anuales, para beneficiar a los que siguen vulnerables.
No hay sector con más capacidad de incentivar la creación de empresas conexas que el sector agropecuario. De manera que es incalculable la cantidad de empleos que se producirían paralelamente. Incrementando la demanda, e impulsando otros sectores. Y así sembramos las causas, para hacer realidad una Quisqueya potencia.
El autor es agrónomo y activista por una Quisqueya potencia.
