A pesar de
las afirmaciones de estabilidad económica, el pueblo sufre por la falta de
electricidad, altos precios y promesas incumplidas.
Por: Freddy
Fariña
La Republica
Dominicana se encuentra en una encrucijada que refleja la profunda desigualdad
y el sufrimiento de su población. Mientras las autoridades del país afirman que
su economía es la más estable del Caribe, los ciudadanos viven una realidad muy
diferente.
La falta de
un servicio eléctrico eficiente ha convertido la vida cotidiana en una lucha
constante, con cortes de luz que pueden durar entre ocho y diez horas, cuando
la electricidad finalmente llega, se convierte en un ´´arbolito´´, es decir,
una luz intermitente que desaparece al poco tiempo, dejando a los hogares
sumidos nuevamente en la oscuridad.
Este mal
servicio eléctrico no solo afecta el bienestar diario de los dominicanos; tiene
repercusiones en todos los aspectos de la vida, Las familias se ven obligadas a
invertir en generadores costosos o en baterías para poder sobrevivir a las
interminables horas sin luz, Sin embargo, este gasto adicional es difícil de
soportar para muchas personas que ya luchan por cubrir sus necesidades básicas.
A pesar de
que los datos del Banco Central indican un crecimiento económico, la realidad
es que los precios de los alimentos de primera necesidad han aumentado
desmesuradamente, llevando a muchos a pasar hambre.
Los
alquileres también son exorbitantes, y la falta de regulación por parte de las
instituciones encargadas agrava aún más la situación. Las autoridades parecen
hacer caso omiso a las dificultades que enfrenta la población, dejando a los
ciudadanos a merced del mercado.
Esta desidia
institucional es evidente en muchos sectores del país, donde las condiciones de
vida son deplorables y las promesas electorales se desvanecen rápidamente
después de cada elección.
En el
municipio Santo Domingo Oeste, barrios como Villa verde, Canaán, Villa hogando,
las Mercedes y Nuevo horizonte revelan una infraestructura descuidada. Las
calles están llenas de baches y no cuentan con aceras ni contenes, lo que
convierte cada caminata en un riesgo potencial.
Los
estudiantes del Liceo María Teresa Quidiello son especialmente vulnerables, ya
que deben transitar para buscar el pan de la enseñanza por vías peligrosas sin
ninguna protección adecuada. Esta situación pone en riesgo sus vidas
diariamente.
Los
aspirantes a la presidencia prometen cambios y mejoras durante sus campañas
electorales, pero una vez en el poder, esas promesas tienden a quedar
olvidadas. La frustración crece entre los ciudadanos, quienes ven como sus
necesidades básicas son ignoradas mientras las autoridades continúan haciendo
declaraciones optimistas sobre el estado del país.
El contraste
entre las cifras macroeconómicas y la realidad vivida por el pueblo dominicano
es alarmante, pesar del crecimiento
económico que se proclama desde el gobierno, el acceso a servicios básicos como
agua potable y electricidad sigue siendo un desafío para muchos. Esta
desconexión entre el discurso oficial y la vida cotidiana genera un sentimiento
generalizado de desconfianza hacia aquellos que dirigen el país.
Es innegable
que la situación actual es insostenible e inaguantable para miles de
dominicanos que luchan por sobrevivir día tras día. La necesidad urgente de
reformas efectivas y un compromiso real por parte del gobierno es más evidente
que nunca. La esperanza radica en un cambio genuino donde se priorice el
bienestar del pueblo sobre los intereses políticos.
La Republica Dominicana necesita despertar ante esta dura realidad y tomar acciones
concretas para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos. Sin un cambio
verdadero, seguirá siendo un país marcado por la oscuridad tanto literal como
figurativa.